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Interlab prueba covid
El prurigo lumbar, una enfermedad neurodegenerativa del ganado ovino y caprino y una de las diversas encefalopatías espongiformes transmisibles (EET), está sometida a vigilancia activa obligatoria en la UE mediante pruebas rápidas desde 2002. El Reglamento CE/999/2001 sobre la vigilancia de las EET exige que el Laboratorio Nacional de Referencia para las EET de cada Estado miembro verifique periódicamente las normas y métodos de diagnóstico mediante pruebas comparativas. En 2007, el Centro de Referencia italiano llevó a cabo el primer ensayo en anillo para el prurigo lumbar clásico en un conjunto de 21 tallos encefálicos homogeneizados negativos y 9 positivos, estos últimos consistentes en tres réplicas de una muestra positiva al prurigo lumbar ARQ/ARQ diluida 1:10, 1:20 y 1:50. El objetivo del estudio era verificar la concordancia interlaboratorios en términos de kappa (k) de Cohen de los sistemas rápidos utilizados actualmente por los 25 laboratorios nacionales de pruebas rápidas (RTL) [laboratorios: Biorad TeSeE (17 laboratorios), Enfer TSE versión 2.0 (4 laboratorios), Idexx Herd chek BSE-scrapie antigen kit (3 laboratorios) y Prionics check LIA SR (1 laboratorio)]. Nuestros resultados muestran que la concordancia entre los laboratorios que utilizan la misma prueba rápida varía entre 0,84 y 1, mientras que la concordancia global estimada entre los 25 laboratorios fue muy buena (k-combinado=0,87, intervalo de confianza del 95%: 0,85-0,89). No obstante, en lo que respecta a las diferencias de sensibilidad analítica entre las pruebas rápidas utilizadas, cabe esperar que los sistemas de menor rendimiento no reconozcan los casos de tembladera preclínica.
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IntroducciónEl uso de métodos analíticos capaces de producir resultados analíticos fiables es un prerrequisito para el control eficaz de los patógenos vegetales de cuarentena. Por lo tanto, es importante evaluar y probar los métodos para definir la validez y fiabilidad de los resultados producidos para un fin determinado, es decir, validar los métodos.
La validación se define en la norma ISO/IEC 17025 [1] como "la confirmación mediante el examen y la aportación de pruebas objetivas de que se cumplen los requisitos particulares para un uso específico previsto". Un proceso de validación riguroso incluye tanto la validación de un solo laboratorio como un estudio de rendimiento de pruebas (TPS) interlaboratorios, este último también denominado prueba en anillo o ensayo colaborativo [2].
Un estudio interlaboratorio de rendimiento de la prueba se considera un indicador más fiable del rendimiento de la prueba cuando se utiliza en otros laboratorios, ya que requiere la prueba del método en múltiples laboratorios, por diferentes analistas que utilizan diferentes reactivos, suministros y equipos y que trabajan en diferentes entornos de laboratorio. Los estudios de rendimiento de las pruebas entre laboratorios son una parte esencial del proceso de validación de los métodos analíticos. Los objetivos de un estudio de rendimiento de pruebas entre laboratorios son determinar el rendimiento de una o más pruebas entre laboratorios, estimar la reproducibilidad de la(s) prueba(s) y, si se incluyen varias pruebas, establecer su comparabilidad. En este contexto, el uso de la estadística, tanto para el diseño de los estudios de rendimiento de pruebas entre laboratorios como para el procesamiento de los resultados de los participantes, es esencial para asegurarse de que las diferencias observadas entre las pruebas tienen una alta probabilidad de ser reales y no se deben a un efecto aleatorio.
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Este informe describe una comparación interlaboratorio de los resultados de la conductividad térmica aparente (k) en placas de poliisocianurato (PIR) cepilladas y espumadas con clorofluorocarbono-11 (CFC-11). Se realizaron pruebas secuenciales a 75{grados}F (24{grados}C) en cuatro instalaciones sobre dos placas rígidas (PIR), individualmente y como pareja, utilizando cuatro aparatos de medición de flujo de calor comparativos. Las muestras se enviaron de laboratorio a laboratorio, y las pruebas arrojaron 15 valores k que tienen un valor de desviación estándar (2{alfa}) del 2,2% cuando se describen mediante: k(Btu{center dot}in. /h{center dot}ft{sup 2}{center dot}F) = 0/1365 + 1,15 {veces} 10{sup {minus}4} t k(W/m{center dot}K) = 0,0197 + 1,66 {veces} 10{sup {minus}5} t, donde t es el tiempo transcurrido en días después del cepillado de las tablas. Un valor 2 {sigma} mayor para la tabla 2 puede estar asociado a una mayor variación del espesor. Los 15 valores de conductancia térmica (C) tienen un valor de 2 {sigma} de 3,2% cuando se describen mediante: C(Btu/H{center dot}h{center dot}{sup 2}{center dot}{degrees}F) = 0,1069 + 1,20 {veces} 10{sup {minus}4} t. Por lo tanto, el 2 {sigma} (valores k) de la comparación entre laboratorios no se reduce al comparar los valores C. 5 refs., 1 fig., 8 tabs.
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La actividad neuronal es la principal salida funcional del sistema nervioso y las desviaciones de su nivel fisiológico suelen dar lugar a una función conductual o fisiológica adversa. La neurotoxicidad se produce tras la exposición a una amplia variedad de xenobióticos que interfieren con la función del sistema nervioso y puede ser producida por sustancias endógenas (principalmente neurotransmisores excitatorios) en una variedad de circunstancias (Obrenovitch et al., 2000; Vincent y Mulle, 2009). Existen numerosos mecanismos de acción que, en última instancia, dan lugar a resultados neurotóxicos. Sin embargo, se considera que los compuestos son potencialmente neurotóxicos cuando afectan a un punto final neuroespecífico a concentraciones que no afectan a la viabilidad general1 (Costa, 1998).
La detección y caracterización de los efectos tóxicos inducidos por sustancias químicas en el sistema nervioso central y periférico representan un reto importante para el registro y la evaluación de sustancias químicas (por ejemplo, la directiva REACH) por dos razones principales (a) los efectos neurotóxicos sólo pueden identificarse durante los estudios in vivo para la evaluación de la toxicidad sistémica, (b) aún no se han validado métodos in vitro para evaluar el peligro neurotóxico de una sustancia química (Bal-Price et al., 2008).